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No debemos dar la espalda:

Casa Anunciación responde a la muerte de los 39 migrantes en Ciudad Juárez. (To read in English, click here.)

Casa Anunciación llora la pérdida de las 39 persones quienes se murieron en el centro de detención de inmigración en Ciudad Juárez, nuestra ciudad vecina que queda menos de una milla de donde vivimos y donde les servimos. Lloramos esta pérdida innecesaria, y en los términos más enérgicos, exigimos ¡basta ya! La gente en migración no puede continuar muriendo de políticas crueles y violentes que no solucionan nada.

Las 39 personas quienes se murieron la noche del 27 de marzo vinieron de todas partes de las Américas: muchas de Guatemala, y también de Honduras, Venezuela, El Salvador, Colombia y del Ecuador. Cada persona fue amada de su familia y de su comunidad; cada una de ellas tuvo sus sueños, sus miedos, sus historias y sus esperanzas. Todas fueron extinguidas demasiado pronto por un sistema que continuamente devalúa la vida humana y disminuye la dignidad inherente de cada persona.

La política de la frontera dio como resultado la pérdida de vida por demasiado tiempo, una realidad abominable que ha aumentado cada vez más en los últimos años. Las 39 muertes en el centro de detención son un resultado directo de las políticas actuales que prohíben la entrada de los solicitantes de asilo u los expulsan de los Estados Unidos para mandarlos a unos peligros o la muerte en vez de ofrecerles un refugio seguro. Mandan que la gente regrese a Juárez y otras ciudades en la frontera donde encuentra a lo mejor unas condiciones peligrosas y superpoblación. Y más frecuente hay más y más contacto con peligro, explotación y violencia. En los Estados Unidos y en México, les tratan a los inmigrantes y a los refugiados como si fueran peligros a sus comunidades. Los detienen y los niegan de su libertad solamente por buscar seguridad y una vida mejor.

Tras esta tragedia, unas palabras dichas y unos lamentos son falsos. Debemos cambiar las políticas duras que crearon las condiciones que causan este desastre, y debemos replantear la inmigración humana en términos que pongan la vida humana al centro y eleven la habilidad de cada persona tal que florezca. La guardia al centro de detención de Juárez les dio la espalda mientras la gente gritó por seguridad. Como individuos y como una sociedad, no debemos darle la espalda a ninguna otra.